Anímate a ler

Bernhard Schlink: «O lector»


El lector (en alemán Der Vorleser), es una novela escrita por el profesor de leyes y juez alemán Bernhard Schlink. Fue publicada en Alemania en 1995 y en los Estados Unidos, traducida al inglés por Carol Brown Janeway en 1997. El libro fue traducido a treinta y nueve idiomas.

El tema es el Holocausto y la forma en la que han de ser juzgados los culpables, y plantea por ello un dilema moral. Al mismo tiempo, trata del conflicto generacional de la posguerra, sobre todo en la descripción de la relación del personaje principal, un adolescente, con su padre.

El libro de Schlink fue muy bien recibido en su país natal, tal y como lo fue en los Estados Unidos, donde recibió numerosos premios. Se convirtió en la primera novela alemana en llegar al primer lugar de la lista de mejor vendidos del New York Times. A su vez, fue incluido en el currículo universitario de los cursos de la literatura sobre el Holocausto, de alemán y de literatura alemana.

En 2008 el director Stephen Daldry dirigió la versión cinematográfica del libro, que fue nominada a cinco premios de la Academia, de los que ganó el Óscar a la mejor actriz para Kate Winslet por su interpretación de Hanna Schmitz.

Capítulo 1

     a los quince años tuve hepatitis. la enfermedad empezó en otoño y acabó en primavera. cuanto más fríos y oscuros se hacían los días, más débil me encontraba. pero con el año nuevo las cosas cambiaron. el mes de enero fue templado, hasta el punto de que mi madre me instaló la cama en el balcón. veía el cielo, el sol y las nubes, y oía a los niños jugar en el patio. una tarde de febrero oí cantar un mirlo.

     vivíamos en el segundo piso de una espaciosa casa de finales del siglo pasado, en la blumenstrasse. la primera vez que salí después de la enfermedad fue para dirigirme a la bahnhofstrasse. fue allí donde, un lunes de octubre, volviendo del colegio a casa, me puse a vomitar. ya hacía días que me sentía débil, más débil que nunca en mi vida. cada paso me costaba esfuerzo. cuando subía escaleras en casa o en el colegio, las piernas casi no me sostenían. tampoco tenía ganas de comer. a veces me sentaba a la mesa con apetito, pero enseguida me vencía el asco a la comida. por la mañana me levantaba con la boca seca y la sensación de que mis órganos internos pesaban más de lo normal y estaban fuera de su lugar habitual en el cuerpo. me avergonzaba de sentirme tan débil. y me avergoncé especialmente cuando vomité. eso tampoco me había pasado nunca en la vida. de repente, la boca se me llenó de vómito; intenté tragar, apreté los labios y me tapé la boca con la mano, pero el vómito se me salió a través de los dedos. luego me apoyé en una pared, miré el charco de vómito y arrojé una papilla clara.

     una mujer acudió en mi ayuda, casi con rudeza. me cogió del brazo y me condujo hasta un patio, a través de un oscuro pasillo. arriba había tendederos colgados de ventana a ventana, con ropa tendida. en el patio había madera almacenada; en un taller con la puerta abierta chirriaba una sierra y volaban virutas. junto a la puerta del patio había un grifo. la mujer lo abrió, me lavó la mano sucia y luego ahuecó las manos, recogió agua y me la echó en la cara. me sequé con un pañuelo.

     -¡coge el otro!

     junto al grifo había dos cubos; ella cogió uno y lo llenó. yo cogí y llené el otro y la seguí por el pasillo. la mujer tomó impulso, y el agua cayó sobre la acera y arrastró el vómito por encima del bordillo. luego me quitó el cubo de las manos y arrojó otra oleada de agua sobre la acera.

     al incorporarse me vio llorar. «ay, chiquillo, chiquillo», dijo sorprendida. me abrazó. yo era apenas un poco más alto que ella, sentí sus pechos contra mi pecho, olí en la estrechez del abrazo mi aliento fétido y su sudor fresco y no supe qué hacer con los brazos. dejé de llorar.

     me preguntó dónde vivía, dejó los cubos en el pasillo y me acompañó a casa. caminaba a mi lado, con mi macuto en una mano y mi mano en la otra. la bahnhofstrasse está cerca de la blumenstrasse. la mujer andaba deprisa, y tan decididamente que yo la seguía sin titubear. se despidió delante de mi casa.

     aquel mismo día, mi madre llamó al médico, que me diagnosticó hepatitis. en algún momento le hablé a mi madre de aquella mujer. de no haber sido así, no creo que hubiera vuelto a verla. pero mi madre insistía en que, en cuanto pudiera valerme por mí mismo, comprara con mi dinero de bolsillo un ramo de flores y me presentara en casa de aquella mujer para darle las gracias. en fin: un día de finales de febrero me dirigí a la bahnhofstrasse.

Anímate a ler (II)

Morton Rhue: "La ola" (1981)

Cuando el profesor Ben Ross aborda durante la clase de historia el periodo del nazismo, los alumnos no pueden entender el comportamiento ciego de los alemanes ni por qué se dejaron manipular. Ellos nunca hubieran permitido algo así, se habrían rebelado contra los déspotas.

El profesor decide llevar a cabo un experimento para demostrar cómo se pueden desarrollar comportamientos autoritarios, y probar que lo que pasó en Alemania puede repetirse en cualquier lugar y momento. Sin embargo, el experimento se le va de las manos y empieza a tomar dimensiones peligrosas. Ben Ross y sus alumnos aprenderán una lección que no olvidarán jamás. La Ola se basa en hechos reales que tuvieron lugar en la clase de historia de un instituto de Palo Alto, California.

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