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Oliver Twist

Oliver Twist es la segunda novela del autor inglés Charles Dickens. Se publicó originalmente como novela por entregas de aparición mensual en la revista entre febrero de 1837 y abril de 1839. En un principio, el autor tenía la intención de que formase parte de una obra más extensa, The Mudfog Papers.

Es la primera novela en lengua inglesa que tiene a un niño como protagonista. Asimismo, destaca por su tratamiento del mundo de los criminales y sus sórdidas vidas, prácticamente carente de Romanticismo. Oliver Twist es una de las primeras novelas sociales de la historia de la literatura, pues llama la atención a sus lectores sobre varios males sociales de la época, tales como el trabajo infantil o la utilización de niños para cometer delitos.

Dickens se burla de la hipocresía de su época tratando estos temas tan serios con sarcasmo y humor negro. La novela pudo haber sido inspirada por la historia de Robert Blincoe, un huérfano cuyo relato sobre la dureza de su vida como trabajador infantil en un molino de algodón tuvo una gran difusión en los años 1830.

Capítulo Uno - Los Primeros Años de Olvier Twist

     Una fría noche de invierno, en una pequeña ciudad de Inglaterra, unos transeúntes hallaron a una joven y bella mujer tirada en la calle. Estaba muy enferma y pronto daría a luz un bebé. Como no tenía dinero, la llevaron al hospicio, una institución regentada por la junta parroquial de la ciudad que daba cobijo a los necesitados. Al día siguiente nació su hijo y, poco después, murió ella sin que nadie supiera quién era ni de dónde venía. Al niño lo llamaron Oliver Twist.

     En aquel hospicio pasó Oliver los diez primeros meses de su vida. Transcurrido este tiempo, la junta parroquial lo envió a otro centro situado fuera de la ciudad donde vivían veinte o treinta huérfanos más. Los pobrecillos estaban sometidos a la crueldad de la señora Mann, una mujer cuya avaricia la llevaba a apropiarse del dinero que la parroquia destinaba a cada niño para su manutención. De modo, que aquellas indefensas criaturas pasaban mucha hambre, y la mayoría enfermaba de privación y frío.

     El día de su noveno cumpleaños, Oliver se encontraba encerrado en la carbonera con otros dos compañeros. Los tres habían sido castigados por haber cometido el imperdonable pecado de decir que tenían hambre. El señor Blumble, celador de la parroquia, se presentó de forma imprevista, hecho que sobresaltó a la señora Mann. El hombre tenía por costumbre anunciar su visita con antelación, tiempo que la señora Mann aprovechaba para limpiar la casa y asear a los niños, ocultando así las malas condiciones en las que vivían los pobres muchachos.

     -¡Dios mio! ¿Es usted, señor Bumble? - exclamó horrorizada la señora Mann.

     Y, dirigiéndose en voz baja a la criada, ordenó:

     -Susan, sube a esos tres mocosos de la carbonera y lávalos inmediatamente.

     -Vengo a llevarme a Oliver Twist - dijo el celador - Hoy cumple nueve años y ya es mayor para permanecer aquí.

     -Ahora mismo lo traigo - dijo la señora Mann saliendo de la habitación.

     Oliver llegó ante el señor Bumble limpio y peinado; nadie hubiera dicho que era el mismo muchacho que poco antes estaba cubierto de suciedad. Al poco rato, el celador y el niño abandonaban juntos el miserable lugar.

     Oliver miró por última vez hacia atrás; a pesar de que allí nunca había recibido un gesto cariñoso ni una palabra bondadosa, una fuerte congoja se apoderó de él.

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